La crioterapia es una técnica que utiliza el frío extremo (nitrógeno líquido: -196ºC) para el tratamiento de lesiones cutáneas superficiales. El nitrógeno administrado presenta una temperatura muy baja, liberándose de forma controlada y local sobre la lesión durante unos segundos con un aparato parecido a un termo-sifón (aparato de crioterapia). Este procedimiento logra la congelación y destrucción de las células anormales de la piel y se utiliza para eliminar diferentes lesiones cutáneas (queratosis actínicas, léntigos actínicos, verrugas, etc.). El objetivo del tratamiento es congelar y destruir las lesiones a tratar, respetando el tejido sano de alrededor de la lesión.
Habitualmente se utiliza un aparato que permite dirigir un aerosol (spray) de nitrógeno líquido directamente sobre la lesión a tratar. Suele lograrse una congelación completa de la lesión entre 5 y 20 segundos, dependiente de su tamaño. A veces puede ser necesario aplicar un segundo ciclo de congelación. Durante la fase de congelación, el paciente puede referir dolor local de intensidad leve o moderada que desaparece a los poco segundos de finalizada la congelación.
Tras la aplicación del tratamiento con crioterapia se observará la aparición de un enrojecimiento, hinchazón, e incluso, la formación de una ampolla en la zona tratada. Se recomienda aplicar un antiséptico tópico (tipo Cristalmina Solución Tópica® o Betadine solución®) y cubrir la herida con un pequeño apósito cada 12 horas durante unos 7-10 días. Posteriormente, suele formarse una costra que se desprende espontáneamente. Las heridas en la cabeza y/o cuello pueden tardar hasta 6 semanas a curarse mientras que en los brazos y piernas pueden prolongarse algo más.
La crioterapia suele implicar un mínimo riesgo de complicaciones y efectos secundarios, que son habitualmente leves y bien tolerados. De forma similar a otras técnicas que implican la destrucción de tejidos, existe un cierto riesgo de formación de cicatrices y de ocasionar una lesión del tejido sano alrededor de la lesión. Otros efectos secundarios son: la formación de ampollas (frecuente), sangrado (infrecuente), infección (infrecuente) y alteración en la coloración de la piel (infrecuente). Debe consultar al médico si la herida supura, duele y/o si el paciente presenta fiebre.